La discusión por la Ficha Limpia -proyecto que buscó impedir que personas condenadas en segunda instancia accedan a cargos electivos- fue utilizada como herramienta de presión política.
En el caso de LLA, para incomodar al kirchnerismo y, en particular, a Cristina Fernández de Kirchner, que enfrenta una condena en segunda instancia en la causa Vialidad. Sin embargo, el intento por desestabilizar al kirchnerismo se diluyó entre otras derrotas del Gobierno en el Congreso, como la caída de los pliegos para la Corte Suprema de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla y el escándalo del Criptogate en Diputados.
El PRO, por su parte, buscó capitalizar el proyecto como bandera de campaña para su candidata en CABA, Silvia Lospennato, impulsora histórica de la iniciativa y rival interna del vocero presidencial Manuel Adorni. Fue precisamente esta competencia porteña la que embarró aún más el juego legislativo: los libertarios se resistieron durante semanas a darle a Lospennato la "foto del triunfo", temiendo fortalecerla políticamente a costa de su propio vocero en la Ciudad.
Aun así, las aguas siguen agitadas: algunos sectores dentro del Gobierno promueven introducir modificaciones para retrasar la sanción definitiva, lo que obligaría a devolver el proyecto a Diputados. Esta jugada evitaría que el PRO celebre un triunfo legislativo justo antes de las elecciones porteñas del 18 de mayo.
En Balcarce 50 hay versiones contrapuestas. Mientras un sector asegura que "los votos están" y que no se hará nada contra el proyecto enviado por el Ejecutivo, otros advierten que aún faltan al menos cinco voluntades clave del interior para llegar al número necesario.







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