Correa fue contundente al enmarcar el fallo de la Corte Suprema de Justicia como un nuevo capítulo del lawfare en América Latina, estrategia que -según él- busca "neutralizar a los dirigentes progresistas" a través de una combinación de prensa hegemónica, justicia cooptada y persecución política.
Para Correa, más allá del nombre propio, lo que está en juego es mucho más profundo: "Esto no se trata de Cristina. trata de principios civilizatorios fundamentales, principios democráticos básicos. Le están quitando a los argentinos la posibilidad de elegir libremente a quién quieren votar".
Y remarcó: "A Lula lo encarcelaron y eso permitió que surgiera Bolsonaro. A mí me condenaron a toda prisa para evitar que me presentara. A Cristina la proscriben con una sentencia que convierte la omisión política en delito penal. Eso no es justicia, es estrategia electoral por otros medios".
Consultado sobre su propia experiencia judicial en Ecuador, Correa rechazó la idea de haberse "fugado". Explicó que su salida del país se dio cuando aún no pesaba ninguna causa en su contra, y que las denuncias comenzaron tras la ruptura con su sucesor, Lenín Moreno: "Tengo 56 indagaciones. Más que Pinochet, el Chapo Guzmán y Al Capone juntos", ironizó.
Recordó que fue condenado por "influjo psíquico" y que su caso carece de pruebas, delito y sentido jurídico. "No existe esa figura. Me condenaron porque no sabían cómo vincularme a lo que ellos mismos inventaron", afirmó.
Además, destacó que la persecución fue tan evidente que cinco países, entre ellos Bélgica, Canadá, México, Venezuela y Argentina, le otorgaron asilo político: "¿Tú crees que Bélgica le da refugio a un corrupto? Está prohibido por el convenio de Ginebra. Me dieron asilo porque saben que es una payasada judicial. Yo residí afuera, estaba bajo la jurisdicción del estado belga y en esta jurisdicción me he defendido y le he ganado absolutamente todo".
Correa confesó que no ha hablado directamente con Cristina, pero está en contacto con su entorno. "No quiero estorbar. Les dije que si una llamada mía sirve, cuentan conmigo. Si no, también. Ella sabe que tiene mi solidaridad, mi cariño y mi admiración".
Y cerró con una frase cargada de simbolismo político y personal: "Hagan lo que hagan los cobardes de siempre, los miserables de siempre, ya no podrán borrar de la historia. Cristina es una inmensa latinoamericana y es parte de la historia de la región".


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